El plan que cambia
Lo que empezó como un viaje de trabajo de 5 días se transformó en una escuela de discipulado de 5 meses y ahora en una temporada aún más larga…
¿Podemos decir cuánto tiempo será? ¿Quién sabe?
Dicen que, si quieres hacer reír a Dios, deberías comentarle todo acerca de tus planes y cómo piensas llevarlos a cabo. Es típico de nuestra tendencia, o de la mía, quizá planificar para lo mejor. La idea de intentar abarcar todo en un plan más o menos grande inició cuando me di cuenta que la “vida iniciaba” al terminar el colegio.
Así que ideé lo mejor posible. Estudié mucho para entrar a la universidad. Ya adentro, me esforcé por ser uno de los mejores. Me gradué con honores. La vida era tal cual, un plan escrito.
El miedo de no saber a dónde ir o qué hacer me aterraba. Quizá fue por ello que me esforcé en ser planificador. No fue tanto la emoción de un plan bien trazado sino el miedo a no tenerlo.
No quiero ser malentendido. Si creo que es bueno tener un plan. Yo tuve no uno. Tuve muchos y varios de ellos se realizaron. Pero muchos otros se estancaron. Y aún más, muchos planes no pasaron de la tinta en el papel.

“La vida es más llevadera con una brújula en mano”, me dijo alguien una vez. Sin embargo, a veces hace falta más que una brújula, para saber el norte. Y así fue como entendí que el éxito de un plan bien elaborado radica NO en su contenido. El éxito está en la posibilidad de adaptarse. Un plan no es un manual. Un plan es como la vida misma. Tiene muchas salidas, puertas, caminos y elecciones.
Con la experiencia de los años, entonces, no fue difícil discernir que mi plan tenía que adaptarse. Fue precisamente un año atrás cuando esto pasó. Por ejemplo, si alguien me hubiera dicho que mi esposa y yo estaríamos viviendo en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, habría pensado que era una locura. Tota, Dios no juega a los dados… ¿o no?
Quien me conoce sabe de mi inclinado interés por Asia. Fui atraído a este exótico y extraño continente mucho antes que los youtubers y bloggers pudieran acercarnos a esta realidad con un solo clic o reel. Eran otras épocas (y a veces lo extraña un poco)…
“Dios, me veo en Asia”, le dije incontables veces. Me veo viviendo. Me veo creciendo. Me veo muriendo allá. Y aunque nada de esto ha cambiado, sí lo hizo mi acérrima postura. Sin imaginarlo, Dios ensanchó mi visión y me ha está dando ojos para ver lo que Él quiere mostrarnos aquí, en este continente.
Hoy estamos en Ciudad de Cabo, en la punta más extrema sur del continente,
y el cómo llegamos aquí no lo cambiaría por nada 🤍🇿🇦🙌🏻✅🙃